Es un buen recuerdo, Es una pesadilla.

Es un buen recuerdo, Es una pesadilla. Good memories and nightmares.

viernes, 22 de abril de 2011

Psicópatas y Psicopatías II



El mayor experto mundial en el tema  de la psicopatía es Robert D. Hare, psicólogo estadounidense e investigador especializado en psicopatología, psicología criminal y en especial, psicopatía.

Probablemente Bob Hare sea la persona que hoy por hoy más entiende sobre este llamado trastorno de la personalidad, creando en 1984 el PCL (Psychopathy CheckList o lista de verificación psicopática) conocido como "escala Hare" y revisado posteriormente (PCL-R).

Este tema es apasionante por una sencilla razón: el psicópata es el único tipo de ser humano con una configuración cerebral muy concreta a través de la que no puede sentir ningún tipo de empatía emocional, por lo tanto, para ese tipo de cerebro cualquier cosa equivale a un objeto con el mismo valor, es decir, para su uso personal en beneficio propio.

El psicópata es el ejemplo biológico de la actitud inconsciente absoluta, es como un reptil, pero con la diferencia de que al poseer neocórtex, utiliza inconscientemente las capacidades de ese encéfalo humano para manipular, mentir, destruir, explotar, dañar, generar violencia y en los casos extremos de incapacidad para controlar sus impulsos, violar y asesinar indiscriminadamente.

El psicópata es el claro ejemplo de un egocentrismo autogenerado y exaltado hasta sus últimas consecuencias, pues su cerebro tan solo concibe darse placer a sí mismo o misma a costa de todo y todos, utilizando al resto de seres humanos como objetos en la consecución de esos placeres.

Muchas veces, los psicópatas no tienen ninguna capacidad de autocontrol impulsivo y se dejan llevar por una necesidad de experiencias violentas que les hagan sentir algo, pues ningún ser vivo puede sobrevivir mucho tiempo sin estímulos emotivos intensos, llegando al punto de la pederastia-pedofilia, violación y asesinato en serie.

Asesinos en serie, líderes sectarios o dictadores políticos son perfiles afines y sensibles a la proximidad psicopática, pues para llegar a extremos de lucro, explotación, sadismo, violencia, tortura o crueldad con un semejante, el cerebro debe estar desprovisto de toda emoción relacionada con cualquier reacción empática o si no, llega un momento en el que saltan los propios mecanismos estresantes activados por el contagio empático del sufrimiento ajeno y no puede la persona seguir adelante.

Pero no todos los asesinos en serie, líderes sectarios o dictadores políticos son psicópatas, de la misma forma que no todos los psicopatas delinquen.

Este es el error más grave al considerar la psicopatía como trastorno de la personalidad, pues la gran mayoría de psicópatas son seres humanos socializados e integrados sin que nadie sospeche de ellos o ellas.

Su integración social definida como capacidad infalible de engaño, les lleva a no tener escrúpulos para conseguir sus objetivos siempre relacionados con el BENEFICIO PROPIO A COSTA DEL MALEFICIO AJENO, escalando sin problemas los más altos peldaños de la escala social.

Y aquí es donde llega mi reflexión para que todos y todas la empecemos a plantear ya que empieza a ser necesario.

Hasta el momento hemos creído en el debate de la bondad innata del ser humano VS. la maldad y tendemos a pensar siempre desde el punto de vista empático para justificar la igualdad de oportunidades, por ejemplo, pues para nadie es concebible que existan personas incapaces de ponerse en el lugar del otro o de sentir un mínimo de empatía por otro ser humano, pero así es.

Si sientes ese mínimo de empatía, habrá cosas que nunca serás capaz de hacer bajo ningún concepto.

Lo más significativo del caso es que hoy en día no se conoce practicamente nada sobre los mecanismos de la psicopatía (excepto especulaciones relacionadas con la conexión entre la amígdala cerebral y el córtex) y tampoco se puede hacer casi nada, excepto aplicar una serie de psicoterapias enfocadas a la apelación del sentido común de beneficio propio en el comportamiento psicopático para evitar delinquir en el caso del psicópata extremado que llega al nivel violento, pero... ¿qué pasa entonces con esa gran mayoría de psicópatas integrados e integradas? 

Es una rama de la psicología que necesita mayor investigación, mayor dedicación y desde mi punto de vista, independencia completa del ámbito criminalista, pues casi todos los psicólogos y psicólogas especializados en psicopatía también lo están en psicología criminal, cuando ya hemos dicho que la gran parte de psicópatas, que no son pocos (aproximadamente un 1% de la población, la misma que de esquizofrénicos) viven integrados con un grado de socialización y carisma que muchas veces engañan a los propios especialistas, como le ha pasado varias veces a Bob Hare y que él mismo reconoce.

¿Acaso no ha llegado ya la hora de replantearnos la psicopatía como posible definición no aplicada todavía a nuestra sociedad?

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